La captación de nuevos clientes es algo primordial para las empresas. Normalmente se crean ciertas estrategias de marketing dirigidas a la obtención de nuevos clientes, convenciendo a las personas de que nuestro producto es mejor que el otro que ya tienen, es decir, “robando” clientes a otras empresas que son la competencia.
Sin embargo, se gasta poco tiempo en hacer que nuestros clientes se queden con nuestro producto y no se vayan a la competencia, puesto que la mayoría de estrategias de marketing, están orientadas, como decíamos, a la captación de nuevos clientes, algo que resulta muy simple, aunque muchas veces pasa desapercibido. Se piensa más en captar que en fidelizar a los que ya están con nosotros y esto en ocasiones puede llegar a ser un problema.
Así pues, cuando nuestros clientes se deciden a cambiar de producto o de empresa puede que se muevan por una serie de factores que hay que analizar minuciosamente para dar solución a nuestros problemas. La decisión de nuestros clientes reside en la propuesta de valor que les ofrecemos, que, además del producto en cuestión, son claves también los creadores de logros, es decir, los resultados o beneficios que quieren conseguir con tu producto, y los aliviadores de frustraciones. En este sentido nos referimos principalmente a los malos resultados, riesgos y obstáculos que están relacionados con el producto que les ofrecemos.
De esta manera las motivaciones para el cambio suelen ser dos: los problemas con el producto y una nueva propuesta de valor que mejora o potencia la creación de logros del cliente. Aunque también existen algunos bloqueadores del cambio, como la inercia, es decir, el uso continuado que hace al cliente acostumbrado al producto que le ofrecemos; también las dudas y la desconfianza que genera un nuevo producto. Con el análisis de estos cuatro factores, se pueden conseguir ciertas estrategias para hacer que nuestros clientes se queden con nuestro servicio o producto.